J. M. Serrat
Hay lugares que dicen poco de su nombre, pero Playa Paraiso Escondido, en el Estado de Guerrero, México, es uno de esos paraisos, escondidos, que se merece bien su topónimo.
La imagen que cada lugar, o cada país deja en nuestra retina está íntimamente relacionada en muchas ocasiones con los ojos con los que los vemos. Los mios lloraban por ver cosas nuevas, por dejar la rutina y liberar las redes que nos atan a la metrópoli. Necesitaba salir del Distrito Federal, de su estrés, su humo y su gente y buscar un lugar donde recargar las pilas, y lo encontré.
"Viajar es huir de algo para poder olvidar, pero mientras viajes, no podrás olvidar", y en efecto, no olvide, pero alimente el espíritu de esa energía trascendental que alienta nuestras vidas y que es tan difícil describir. Llevamos con nosotros a cuestas nuestras experiencias, nuestras realidades y nuestras vivencias y dejarlas a un lado es un ejercicio mental casi imposible, aunque te encuentres en un lugar donde su tempo es mas un adaggio que un allegro.
No es la playa mas bonita en la que he estado, pero si la mas tranquila, la mas solitaria, donde las olas realmente pelean con la arena de la orilla, donde tortugas, delfines y pelícanos y pájaros de todo tipo conviven con el ser humano, en un lugar donde el tiempo parece haberse detenido. Un lugar donde no existe cobertura celular, donde es necesario llegar por barca, donde sus gentes viven de un mar que les da todo.
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